Todo comenzó a eso de las siete de la tarde cuando fuimos llegando todos aquellos niños, ya hombres, y nos fuimos fundiendo en abrazos los unos con los otros.
Había compañeros, como Laureano, al que no veíamos desde hace 28 años, o a Serafín al que no veíamos desde hace casi 25 o a José Antonio Gutiérrez, nuestro profesor y hermano en 3º de EGB, desde hace 30.
Allí estábamos, emocionados y alegres por el reencuentro. Alcalá, nervioso porque todo saliese bien, parecía un niño con zapatos nuevos, Adamuz y Amador pendientes de la gente, Ochoa ultimando su discurso al mismo tiempo que preparaba el ordenador para las proyecciones, Felipe pendiente de que el escenario quedase como un palmito y yo nervioso como un flan me sentía alegre de ver como todo el mundo se alegraba de volver a verse.
Poco a poco iban llegando todos, primero Edu, Josele, Paco Ballesteros, Jacinto y nuestro guitarrista de Jazz, Israel Sandoval. Les siguieron Chiqui, Alfonso, José Manuel Pareja, y más tarde asomaron Antonio Poyato, Fco Jesús García, Carlos Camacho, Rafa Montes y Manolo Delgado.
Algunos como Moisés o Antonio Barrientos venían con la familia y mientras Rafael Pimentel, que con su corbata venía hecho un pincel, iba saludando uno a uno a todos los compañeros, aparecieron más compañeros, Manolo Torres, Fuentes, Gil, Miguel Castro, Miguel Ángel Jiménez, Emilio Valdivia, José Campaña.... todo esto bajo la atenta mirada de algunos padres, novias, esposas e hijos que miraban con incredulidad como sus hijos, parejas, maridos y papás se fundían en multitud de abrazos.
Allí aparecío D. Manuel Osuna, que dando voces se abrazó con el Guti como él llamaba a José Antonio. Sigilosamente apareció D. Rafael Vilchez al que también se le veía feliz, aunque su rostro reflejaba algo de añoranza.
Justo antes de empezar el acto entró D. Enrique, así que, entre profesores, alumnos, y familiares nos juntamos unas 70 personas.
Comenzó el acto con la visita guiada que el hemano Gregorio nos hizo por el centro. Nos enseñó aquella parte del colegio que era nueva para nosotros, la nueva biblioteca, el gimnasio, el aula de informática... y mientras tanto la tertulia entre compañeros, profesores y familiares continuaba.
Subimos, que no bajamos, a los patios y mientras los compañeros seguíamos contándonos nuestras vidas, sonó la campana y el Hno. Serafín, silbato en mano, nos hizo formar en el patio como antaño hacía el Hemano Basilio.
A continuación Rafael Pimentel leyó un pequeño texto que nuestro compañero Raúl Pérez nos había enviado desde Estados Unidos y que hizo emocionarse a más de uno.
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