jueves, 25 de marzo de 2010

Maristas 1977


El siguiente texto fue escrito por Raúl Pérez Cobo y leído por Rafael Pimentel en el patio del colegio San José HH Maristas el día del acto de celebración del 25º aniversario.

Maristas 1977

Faltaba muy poco para que Argentina ganase la Copa del Mundo de fútbol. Un año antes, en el 77, nos matriculan para la E.G.B., y a pesar de que la educación mixta se impone en 1969, nunca veríamos una falda en el colegio. Cuando lo más importante en la vida era un gol, ¿quiénes fuimos? En la tele, Franco había muerto. Iba a venir el apocalipsis, y lo único que llegó fue la modernidad en una invasión de pegatinas de partidos políticos anunciando la posible democracia. Mientras el mundo se definía, gracias a la entonces U.R.S.S y los yanquis, entre capitalistas o comunistas, nosotros éramos “maristas” y hubiésemos dado cualquier cosa porque cualquier Hermano llegase un poquito tarde a tocar la campanita que nos obligaba a dejar de ser Curro Jiménez, Maceda, López Ufarte, Camacho, Arconada, y desistir del recreo, y tras la berrea de formar en filas, seguir hacia las aulas y el Saber. Décadas más tarde, algunos siguieron al Señor y otros a las señoras o a los señores...

..Amén de la campana y los cánticos eclesiales a María, lo nuestro fue siempre la percusión: tambores, “zumbíos”, musicales pelos de segueta, “ultimillo puentepalos”, “cascahuevos”... Fue un tiempo en que los grandes problemas solían ser los que trataban de patos y gallinas, o de cómo recuperar balones de los tejados vecinos. Fue una época en que no nos importaba cuánta gasolina gastase un coche que saliese de Bilbao para encontrarse con otro que arrancase desde Madrid y nos importaba mucho más despejar balones del área que despejar incógnitas.

Veinticinco años después, estas dudas se han quedado junto a la campana, algún que otro cero en conducta, las flores a María, el crucifijo sobre la pizarra, un viaje de fin de curso que nunca nos dejaron hacer, la rifa en la que se sorteaba un guantazo y para la que teníamos todas las papeletas y que nunca nos tocó, ahí se queda todo lo que hicimos mal y todo el mal que nos hicimos. Si lo pensamos, lo que somos no eran los libros, lo que somos estaba en aquella banda sonora del “Confiad, recurrid...”.
Hubo personas justas, maestros buenos. Pasemos lista por última vez: Con el número uno: Adamuz.
Nunca hemos vuelto a ser tan libres como cuando tocaba aquella campanita.

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